miércoles, 13 de marzo de 2013
Las torres transparentes
domingo, 6 de mayo de 2012
Post Card
De nuevo, el Miramar. Pero, fíjese, por favor, aparte de toda la belleza de esta Post Card fotográfica -y quizás por ella-, en la caligrafía meticulosa de quien la adquiriera un día para jamás enviarla...
"MACUTO": nombre de palacio.Y nombre de ciudad. Por arte de magia, Roma y Caracas se unen en una sola y palaciega palabra. De aquel Palazzo Macuto que se levanta...
Cordialmente,
Cordialmente,
señora Gómez
-Ottorino Respighi (1879-1936). Sonata per pianoforte in fa minore (P.16) (1897).
Again, the Miramar. But please note, apart from the beauty of this Photo Post Card -and perhaps because of it-, the meticulous handwriting of who acquired it one day to never sent it...
"MACUTO": a palace's name. And a town's name. Magically, Rome and Caracas are united in a single palatial word. From that Palazzo Macuto that rises in...
martes, 6 de marzo de 2012
Sogno due
“Pero, ¿quién soy yo para negar una leyenda?"El libro de las ciudades, Guillermo Cabrera Infante.
Sentada en su mecedora de la calle Neverí, la dama recordaba. "Tocaba divinamente el piano", decía. "Pero aún mejor, el cémbalo-pianoforte". La melodía de una sonata barroca empezó a colarse suavemente por entre el delgado cañón de Colinas de Bello Monte. "Ferdinando Gasparo Turrini", reconoció. "Un paisano suyo de Brescia. Organista y compositor. Sus sonatas le apasionaban. En especial la IV en G Menor para clavicordio".
Volviéndose hacia arriba, tras las rejas del porche de su casa, dirigió una mirada a la Villa Monzeglio, aún colgando pasmosamente de la colina de enfrente. "Nadie sabe que ése no fue su único belvedere. Ni aquí, ni en Italia." La belmontina dama bebió un sorbo de su camomilla y continuó: "El era un Montini. Un primo del Papa. Del mismísimo Paulo VI, cuyo nombre de pila era en verdad Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini. Ambos lombardos, de la ciudad de Concesio. De allí su educación artística, y su espíritu de alto vuelo..."
Y vaya que tenía vuelo, don Arístides. El volado de la villa caraqueña opaca ampliamente al de la célebre Villa Crespi, de Davide Pacanowski, construida en su respectivo farallón -o, mejor dicho, faraglione-, en Posillipo, por esos mismos años.
"Vuelo, sí, que le hacía repetir en su arquitectura una y otra vez el mismo y fantástico sueño: lanzadas hacia el borde del abismo, en el extremo límite de sus formas, todas sus estructuras las calculaba para sostener en el espacio... el peso monumental de un pianoforte!" Las repasé vertiginosamente en un instante: la Villa Monzeglio y la Quinta Mi trío en las colinas, el edificio Trevi en Chacao, el Nicare y el Aricagua en Los Palos Grandes: los balcones en cantilever más osados de la Caracas moderna... trocados ahora en los oníricos pedestales flotantes de un instrumento musical!
"Hasta que un día", dijo algo ensombrecida, "decidió volver a Italia. Allí, en alguna desconocida y agreste costiera, construyó su última arquitectura. Y repitió sobre las rocas, anónimo y magistral, el sueño inaudito de Colinas de Bello Monte que le trajera la gloria, pero esta vez arrojándolo sobre el mar Mediterráneo. Tocando el pianoforte, al borde de su balcone sul mare, terminó sus días el gran Nigra Montini".
Cordialmente,
Vista desde el balcón.
-Ferdinando Gasparo Turrini (1745-1820). Sonata IV in G minor (Michele Barchi. "The Harpsichord in the XVIIIth century of the Most Serene Republic of Venice")
El libro de las ciudades, Guillermo Cabrera Infante.
Seating on her Neverí Street rocking-chair, the lady remembered. "He played the piano divinely", she said. "But even better, the cembalo-pianoforte". The melody of a baroque sonata began to sound softly in the narrow cannon between of Colinas de Bello Monte. "Ferdinando Gasparo Turrini", she recognized. "Organist and composer, from Brescia. He was passionate about by his sonatas. Specially about the IV, in G Minor for hapsichord".
Looking up through the ironworks of her house's porch, she gave a glance to Villa Monzeglio, still astonishingly hanging from the hill in front. "Nobody knows that that wasn't his only belvedere. Neither here, nor in Italy." The belmontine dame sipped a bit of her camomilla and went on: "He was a Montini. A Pope's cousin. Cousin of Paulo VI, whose real name was Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini. They were both Lombardians, coming from the city of Concesio. Therefore his artistic education, and his flight-elevated spirit..."
Highly elevated! And high it was, don Arístides. The cantilever of the Caraquenian villa widely dulls that of Davide Pacanowki's internationally famous Villa Crespi, built on its respective cliff -or, better, faraglione-, in Posillipo, by the same years.
"A flight, yes, that made him repeat in his architecture the same and fantastic dream over and over again: thrown into the edge of the abyss, at the extreme limit of their forms, he calculated all his structures in order to bear in space... the monumental weight of a pianoforte!" I reviewed them vertiginously in an instant: Villa Monzeglio and the Quinta Mi trío on the hills, the Trevi building in Chacao, the Nicare and the Aricagua buildings in Los Palos Grandes: the boldest cantilevered balconies in all of Modern Caracas... now turned into oneiric floating pedestals of a musical instrument!
"Until one day," she said somewhat saddened, "he decided to return to Italy. There, on some unknown and wild costiera, he built his last architecture. And he repeated over the rocks, anonymously and masterly, the outrageous dream from Colinas de Bello Monte that brought him his glory, but this time throwing it over the Mediterranean sea. Playing the piano, at the edge of his balcone sul mare, ended his days the great Nigra Montini".
sábado, 4 de febrero de 2012
La flamboyante
He ido recopilando estas hermosas vistas del Caracas Country Club. Son una serie de serigrafías que datan de 1952.
Me entusiasmaron desde el principio. Los campos de golf fueron capturados en medio del estío tropical seguramente en un caluroso mes de mayo, cuando la inflorescencia escarlata de los Flamboyants y los Bucares espolvorea de rojo la grama amarillenta. Al fondo, asoma la casa club Spanish Revival y, en un rápido bosquejo sobre el Avila, cilíndrico, el Hotel Humboldt.
Están firmadas a lápiz. Ambas con el mismo ágil trazo en negro, rojo y verde de los paisajes, de un soslayado plumazo. La rúbrica de Zelma Dale está estampada en una. Margaret Bowles es en cambio la autora de la otra.
Pienso que Zelma & Margaret estuvieron juntas ese día en los campos de golf del Caracas Country Club. Ambas descansando bajo los árboles, ambas azoradas con las explosiones de escarlata, ambas rezagadas del party de golfistas. Ambas con la misma caligrafía, y la misma mano. Zelma & Margaret.
Y como hacía calor, y el sol brillaba cada vez más fuerte... decidieron dejarnos para siempre con la incógnita de cuál de las dos fue en realidad la flamboyante autora de las maravillosas vistas que he traído hoy para usted.
Cordialmente,
I have been recollecting these views of the Caracas Country Club. They are a series of serigraphies from 1952.
I felt enthusiastic about them from the start. The golf courses were caught amidst a tropical summer, probably on the hot month of May, judging by the inflorescence of scarlet Flamboyants and Bucares dusting with red the yellowish fields. In the background looms the necolonial club house and, in a quick sketch further up, the cylindrical Hotel Humboldt.
They are signed in pencil. Both with the same quick trace in black, red and green of the landscapes, with a sidelined stroke. The rubric of Zelma Dale signs one. Margaret Bowles is instead the author of the other.
I think Zelma & Margaret were together that day at the Caracas Country Club golf courses, both resting under the tress, both bewildered with the scarlet explosions, both lagging behind the party of golfers. Both with identical caligraphy, and the same hand. Zelma & Margaret.
It was hot, and the sun was getting stronger... So they decided to leave us for ever with the mystery of who of them was actually the flamboyant author of the marvelous vistas that I have brought for you today.
Cordially yours,
jueves, 5 de enero de 2012
A Charming Book
"Hace mucho tiempo, en un reino muy lejano, había una ciudad encantada que se llamaba Caracas...." Y de ahí en adelante el bello libro, enjaezado de joyas y arabescos, abría lentamente su pesada portada para empezar a dar rienda suelta al cuento de hadas.
Qué potencia, qué fuerza tenían esos libros como cofres, joyeros guardando con siete cerrojos el precioso tesoro de una historia! Cuanto más poderosos se volvían los cuentos y leyendas tras la gruesa cerradura y sus bisagras centinelas!
Sin santo ni seña en la tapa, al abrir el "Vintage Miniature Souvenir Book Charm", encontramos su título: "CARACAS". No obstante su arcaico aspecto exterior, la historia que va a presentársenos es moderna. La narración comienza con la visión de una torre inexpugnable, enclavada a la mejor manera Disney en lo alto de una montaña. El Hotel Humboldt.
Plaza Bolívar.
Estación Pico del Avila.
Palacio Federal.
Cordialmente,
-Billy Strayhom. My Little Brown Book (Duke Ellington y John Coltrane, 1962).
"Once upon a time, in a very distant kingdom, there was a village named Caracas..." And from then on the beautiful book, harnessed with jewels and arabesques, slowly opened its heavy cover to give free reign to the fairy tale.
How strong, how powerful were those books like chests, jewel cases keeping safe behind seven locks the precious treasure of a story! How more powerful these stories and legends became behind their hinges and guarding locks!
Walt Disney was the most skillful artificer of this image in the 1950s. Inspired by medieval volumes filled with pages illustrated by artistic scribes, he always started his animated pictures with a book that was in itself an objet de vertu, just as precious as its treasured contents. The cover, weighed in gold, silver, bronze or leather, and studded with precious stones, contained a world and unleashed a spell. Just a love kiss was enough to awaken Sleeping Beauty, the beauty that sleeps, in our lives.
No wonder, then, that this spell was so used in the 1950s by the tourism industry as a resource to catch the fleeting dream of a trip. I had in my childhood several little books like the one I am sending you today, don Arístistides. The Liliputian little book could be offered hanging from a key holder, or singled-out as a charm.
With no traces on the cover, after opening the "Vintage Charm Miniature Souvenir Book," we read CARACAS. Despite its archaic exterior appearance, the story inside presented is modern. The narrative begins with the vision of an impregnable tower, located according to the best Disney way, on the top of a mountain. The Hotel Humboldt.
Seeing them from up close, they are black and white photo postcards that have been delicately illuminated by hand in shades of pink and blue, yellow and green... probably by secret artist scribes coming from a nearby medieval abbey. Charming, isn't it?
Cordially yours,
lunes, 28 de noviembre de 2011
Cartoline
Luxe, calme et volupté."
Charles Baudelaire, L' Invitation au voyage, (1857).1
Una vez en París en la rue d'Assas, visitando la casa de unos amigos arquitectos, me topé con un artefacto, especie de esperpento de hierro, muy cercano formalmente al Egouttoir de Marcel Duchamp: un gran Porta-postales. Estaba repleto de postales de ciudades. Y de postales, lógicamente, de arquitectura. Era por lo tanto un monumento a la memoria urbana. Un itinerario personal. Y un viaje.
El singular tótem reunía cartas postales de muchos sitios y edificios de la historia que aunque me eran familiares, allí lucían distintos. Se notaba que las postales habían sido recibidas efectivamente, o que habían sido escogidas con afecto en otro egouttoir más callejero. Tomar una infundía respeto: era una invitation au voyage. Ello, y la tentación a meterse la postal en el bolsillo, resultaban sencillamente terribles. Fue allí que me volví coleccionista empedernida, ¡yo también!
Besos y abrazos. Ricordi. Souvenirs. No me olvides jamás. Wish You Were Here. Esta es la vista más bella, aquí está la clave del paisaje. Este es el edificio más emblemático. Desde aquí, el mejor crepúsculo de la Riviera. En ésta, las plazas de Italia. Sincere auguri. La escalinata, la rada, el balcón, el panorama. Forget Me Not. La estampa es del tamaño justo: calza en una mano. Le doy la vuelta, y dejo mi registro. De mi puño y letra, la clave de mi caligrafía: mi prisa, mi ansiedad, mi nostalgia, mi rúbrica. Escribiendo, invoco el tiempo ideal en que se conjugan las Slow Cities.
En cada lugar del mundo las postales han sido el sensible registro del hilo de la vida, la testimonianza. Aún de la contemporánea. Al escoger el fotográfo el mejor punto de vista y lanzarlo al mundo, esa imagen inicia un viaje postal, que implica, como sabemos, infinitas idas y vueltas. Así, el viaje que hemos podido disfrutar gracias a la exposición 150 Saluti e baci, organizada por el Instituto Italiano de Cultura de Caracas para celebrar los 150 años de la Unidad de Italia (1861-2011), es también a su manera, otro monumento a la memoria urbana.
"Venezia-Canal grande" (Postal - Instituto Italiano de Cultura de Caracas)
Curada por Luigina Peddi, honorable Agregado Cultural de Italia en Venezuela, la exposición ofrece un recorrido por todas las regiones italianas en casi doscientas postales antiguas. Allí trabaja con una selección tomada del archivo Colloridi y de las colecciones Tinto & Tomat, buscando revivir "los hechos acontecidos en el país durante el período más significativo de la Unidad de Italia, para conocer la evolución de los italianos y entender sus sentimientos y reacciones más profundas."2
Aunque la mano que guía los recorridos propone muchos caminos posibles en el denso bosque simbólico de usos, costumbres y tradiciones que interpretan los cambios de la sociedad -como el análisis de la grafía-, es el intercambio de postales de ciudades y lugares históricos y artísticos, "sinónimo de un orgullo nacional que expresa el deseo de compartir el rico patrimonio", el que nos atrapa.3
"Rimini, Kursaal" (Postal - Instituto Italiano de Cultura de Caracas)
En el brillante desfile postal aparecen en primer lugar las Città d'arte. Una a una, con sus sempiternas maravillas. Bologna a la acuarela. Roma, con un Anfiteatro Flavio tridmensional. Venecia multicolor en su Canal grande. Rimini y su neoclásico Kursaal. El simétrico Palazzo del Litorio de Udine enclavado en su bidente urbano, y en la cartolina de Trento, el Cortile del Leone es el orgullo del Castello del Buon Consiglio. Florencia aparece retratada en la Piazza della Signoria y Milán en una gloriosa panorámica en sepia de su Stazione Centrale. Cierra el grupo un Torino di notte en Piazza San Carlo, con luces de neón a lo Calle Real de Sabana Grande.
"Trento-Castello del Buon Consiglio, Cortile dei Leoni" (Postal - Instituto Italiano de Cultura de Caracas)
"Firenze-Piazza della Signoria, Loggia dell Orgagna" (Postal - Instituto Italiano de Cultura de Caracas)
"Milano-Stazione Centrale" (Postal - Instituto Italiano de Cultura de Caracas)
"Torino di notte-Piazza S. Carlo" (Postal - Instituto Italiano de Cultura de Caracas)
Luego viene el album de los años 1930s, Ricordo di Messina. Allí, sus treinta y dos incomparables vistas sobre fondo color marfil nos hacen preguntarnos qué diablos hemos hecho con nuestras vidas que aún no hemos visitado su lungomare...
"Ricordo di Messina-32 vedute" (Album - Instituto Italiano de Cultura de Caracas)
"Messina-Lungo mare-Sea promenade-Le long de la mer" (Album - Instituto Italiano de Cultura de Caracas)
Inmediatamente se nos sorprende con una reflexión sobre el paisaje mediterráneo. Una serie de panoramas lo explica: en el panorama de ensueño de la Riviera dei Fiori, la ciudad costera de Alassio se aprecia desde lo alto en una visión idealizada. En el de Amalfi, la vista se descuelga hacia poniente; en la Riviera delle Palme, en la Liguria, encontramos un serpenteante "oasis de paz". Es la relación clásica que se establece desde tiempos inmemoriales con el Mare nostrum: la de la contemplación pasiva.
Más adelante -también en el tiempo-, otra postal marca la ruptura de esa visión marítima en lontananza. Está dedicada al "furioso sommozzatore" (buceador furioso). La gentil curadora nos la señala con atención en el itinerario. Aquí la costa mediterránea es fotografiada por primera vez de cerca: las olas rompen contra una terraza con "furie di onde" (furia de las olas). Un grupo de personas, no obstante, departe tranquilamente a su lado. Es la apropiación urbana del borde del agua.
"Furie di onde" (Postal - Instituto Italiano de Cultura de Caracas)
"Nervi-La Marinella e Golfo Paradiso" (Postal - Instituto Italiano de Cultura de Caracas)
Desearíamos seguir por los interiores florentinos de la Santa Croce, por entre las columnas de Brindisi, por la edilicia desconocida de Lecce, por el litoral de Massa, por las fuentes de Roma, por los puentes de Taranto, Trento y Torino… Tánta arquitectura, tántas ciudades, tántas historias, tante cartoline! Portami via, anima mia. Mas no podemos llevarlas a todas en el bolsillo.4
Pero sí su invitación al viaje. Para irnos para siempre hacia a esa Italia idealizada: allá, donde todo es orden y belleza, lujo, calma y voluptuosidad.
Saluti e baci,
señora Gómez
1. Baudelaire, Charles, Les Fleurs du Mal, Poulet-Malassis et de Broisse Librairies-Editeurs, París, (1857).
2. Peddi, Luigina, exposición 150 Saluti e baci, Instituto Italiano de Cultura, Caracas, (2011).
3. Peddi, L., Op.Cit., Caracas, (2011).
4. Zucchero, "Soldati nella mia città", en: Sugar Fornaciari Chocabeck, Universal Music Italia,(2010): 3.
Dear Don Arístides:
The singular totem gathered postcards from many places and buildings from history that, although were familiar to me, looked quite different there. You could see that the postcards had been actually received, or affectionately chosen in another egouttoir on the street. To take one, instilled respect: it was an invitation au voyage. This, and the temptation to get the postcard in the pocket, were simply terrible. It was then that I turned into an inveterate collector, me too!
Kisses and hugs. Ricordi. Souvenirs. Do not ever forget me. Wish you were here. This is the most beautiful view, here lays the key to the landscape. This is the most emblematic building. From here, the best sunset in the Riviera. In this one, the squares of Italy. Sincere auguri. The steps, the bay, the balcony, the panorama. Forget Me Not. The picture is the right size: fits in one hand. I turn it, and I leave my record. From my own handwriting, this is the key to my calligraphy: mi rush, mi ansiety, my nostalgia, my signature. Writing, I invoke the ideal time in which Slow Cities are conjugated.
In each place of the world postcards have been the sensitive record of life's thread, la testimonianza. Even of contemporary life. When the photographer chooses the best point of view and sends it back to the world, that image begins a postal trip, that implies, as we all know, many twists and turns. Thus, the trip that we have been enjoying thanks to the exhibition 150 Saluti e baci, organized by the Instituto Italiano de Cultura of Caracas to celebrate 150 years of the Unification of Italy (1861-2011), is also, in its own way, another monument to urban memory.
Curated by Luigina Peddi, the honorable Cultural Attache of Italy in Venezuela, the exhibition offers a journey through all the Italian regions in almost two hundred antique postcards. She works with a selection belonging to the Colloridi archive and the Tinto & Tomat collections, looking to "relive the events that happened in the country during the most significant period of the Unification of Italy, in order to know the evolution of the Italian people and understand which were their deeper feelings and reactions."2
Although the hand that guides proposes many possible paths within the dense symbolic forest of uses, customs and traditions that interpret the changes in society, like the analysis of handwriting, it is the interchange of postcards of cities and of historic and artistic places, "synonymous of a national pride expressing the desire of sharing its rich heritage", the one that captures us the most.3
In the brilliant postal parade appear in the first place the Città d'arte. One by one, with their sempiternal wonders: Bologna in watercolor. Rome, with a tridimensional Anfiteatro Flavio. A multicolored Venice in its Canal Grande. Rimini and its neoclassical Kursaal. Udine's symmetrical Palazzo del Litorio nestled in its urban hoe, and in Trento's cartolina, the Cortile del Leone is the pride of the Castello del Buon Consiglio. Florencia is portrayed in black and white in the Piazza della Signoria while Milan is shown with a sepia panorama of its Stazione Centrale. the groups closes with a Torino di notte in Piazza San Carlo, with neon lights like the Calle Real de Sabana Grande.
Afterwards comes the 1930s album, Ricordo di Messina. There, thirty-two incomparable urban views with an ivory background make us ask ourselves what the hell have we done with our lives that we have not yet visited its lungomare... Immediately we are surprised with a reflection about the Mediterranean landscape. A series of panoramas explains it: in the dream-like panorama of the Riviera dei Fiori, the coastal city of Alassio can be seen from above in an idealized view. In that of Amalfi, the view clings down to the west; in the Riviera delle Palme, in the Liguria, we find a winding "oasis of peace". Is the classic relationship established since inmemorial times with the Mare Nostrum: that of passive contemplation.
Further on -also in time-, another postcard marks the rupture with this distant maritime vision. Is the cartolina dedicated to the "Furioso sommozzatore" (furious scubadiver). The gentile curator points it out carefully for us in the itinerary. Here the mediterranean coast is photographed up close for the first time: the waves break against a terrace with "furie di onde" (fury of the waves). A group of people, nevertheless, quietly chats next to them. Is the urban appropiation of the waterfront.
In the next series of cartoline, titled "Estate al mare" ("Summer at the sea"), the beautiful lungomare of Nettuno, has now street, trees, boardwalk, balustrade and beach with umbrellas. Layers that succeed each other until the water's edge. Is the city that has come down to sea level. And, from here on, the Golfo de la Spezia in Portovenere, the Casino Municipal of San Remo, right on the shore, and the modern Marinella of Nervi, built on the rocks. Later, with the rise of public resorts, the beach will become a real industry. And the postcards will register it.
But what is true is that, all over Italia, not only the sea, but the city itself, are rediscovered. The ogival porticoes of Bolzano. The public gardens of Cuneo. The subtly Ottoman wide panorama of the city of Padova, with its blue domes. Dipinto a mano. But the one that certifies this better is a cartolina, beautiful among all. In black and white. Portrays the Torre del Mangia de Siena and its bell, that outcrops above the bricks and stone fabric until it turns -in the middle of the sky-, into a vane.
We wish we could go on by the florentine interiors of Santa Croce, by the columns of Brindisi, by the fountains of Rome, by the unknown urban fabric of Lecce, by the bridges of Taranto, Torino and Trento… So much architecture, so many cities, so many stories, tante cartoline! Portami via, anima mia. But we cannot take them all in our pocket.4
But we can surely take with us their invitation to travel, to leave forever toward that idealized Italy, there, where everything is order and beauty, luxe, calm and voluptuousness.
Saluti e baci,