Apreciado don Arístides,
"Buenos días. Es un placer saludarlo, en la ocasión del responder al honor que me hiciera el profesor Roldán Esteva-Grillet de presentar su nuevo libro Las Artes Plásticas Venezolanas en el Centenario de la Independencia 1910-1911, editado por la Academia Nacional de la Historia en su colección Libro Breve.
Viene al caso que hace pocos meses, a principios de septiembre de 2010, me encontrara en México DF, donde fui invitada para participar en una conferencia internacional de arquitectura moderna. Allí coincidí casualmente con los preparativos que se estaban haciendo en la ciudad para el Bicentenario de la Independencia mexicana, que se celebra cada año en el aniversario del día del Grito de Dolores, el 16 de septiembre.
Desde la ventana que tenía en el Gran Hotel de México, el cual mira directamente sobre la magnífica Plaza del Zócalo, pude seguir por una semana, día tras día y noche tras noche, cómo decenas de empleados de la Alcaldía del DF iban montando, con la misma efervescencia constructiva de un gran proyecto de arquitectura, una gigantesca y efímera fachada ficticia monumental superpuesta sobre las fachadas de piedra de los edificios de la plaza, hecha de andamios de hierro, luces de colores y brillantes papeles metálicos. Poco a poco, el Palacio de la Gobernación y el Palacio Nacional se fueron cubriendo de flores, arcos, columnas, letreros e inscripciones. Finalmente, una gran serpiente emplumada empezó a ser montada sobre la fachada oeste, y le llegó el turno a mi propio balcón sobre la plaza de velarse tras la decoración.
"¡Qué inusitado despliegue conmemorativo!", me decía yo a mí misma, mientras las grúas subían y bajaban incesantemente tras mi ventana. Luego disfrutaría -ya en Caracas- por CNN, del apoteósico desfile que celebraron los mexicanos en el Paseo de la Reforma… Fue entonces que entendí que no eran estos excesos conmemorativos lo que tánto me impresionaba, sino por contraste, la pobreza física e intelectual de las conmemoraciones de nuestro propio 2010-2011 aquí en Venezuela. Ausencia de reflexión y de visión de conjunto, vacío de un programa artístico en las ciudades, falta de compresión de la dimensión de la efemérides, y, en definitiva, desperdicio del Bicentenario para hacer renacer a través de las artes los ideales que animaron el nacimiento del país… (Por supuesto, voy a abstenerme aquí, por respeto a ustedes y al profesor Esteva-Grillet, nuestro gran especialista en arquitecturas efímeras, de ni siquiera mencionar los adefesios con los que se ha querido celebrar estas fiestas).
Afortunadamente, para soliviantar la aridez de este desierto contamos con este nuevo libro. El recuento que hace el autor de los encargos artísticos realizados para el Centenario de la Independencia 1910-1911 es, antes que otra cosa, sumamente oportuno. Lo primero que he sentido al terminarlo de leer es semejante a lo que experimenté cuando en 1983 el profesor Leszek Zawisza publicara en las Ediciones de la Presidencia de la República su libro Arquitectura y obras públicas en Venezuela. Siglo XIX. Esto es: paladear un libro fundamental, conciso, claro, documentado, confiable, pero también exquisito y delicioso, y que, sin embargo, es presentado en la mayor sencillez, por no decir absoluta austeridad. Es así que antes de que mi tiempo de hoy expire, aprovecho para pedir al Todopoderoso, que tanto aquél libro ya casi desaparecido, como éste que ve la luz por primera vez, tengan sin demora sendas reediciones que le hagan méritos a su importancia, y donde los textos, las obras de arte, los dibujos, los planos, las postales y las fotos de época aparezcan, como se merece, en todo la gloria de su esplendor visual.
Porque este condensado libro Las Artes Plásticas Venezolanas en el Centenario de la Independencia 1910-1911, no es otra cosa que nuestro "Libro del Bicentenario". Una concisa bofetada propinada en la cara del olvido, que nos hace echar de menos una Junta Nacional del Bicentenario que hubiera podido organizarse -como en la época de Gómez (ya que no -¡Ay!- en la de Guzmán Blanco) o en la de los mejores tiempos del Metro de Caracas o del Parque Vargas-, bien acreditada y convenientemente representada, y que hubiera planificado de manera seria y responsable mediante concursos y jurados, un Programa del Bicentenario de la Independencia como Dios manda con la encomienda de monumentos y obras de arte, exposiciones, nuevas instituciones, conferencias internacionales, publicaciones de libros y restauraciones del patrimonio.
Hasta puedo imaginármelo en las vitrinas de las librerías: el gran libro Venezuela en el Bicentenario de su Independencia 1811-2011, apaisado, gigantesco, ricamente encuadernado en color rojo vino, lujuriosamente impreso, un libro de arte, como aquellas publicaciones de hace cien años, pero con un CD atràs con la versión digital. Ya de por sí algo de la plática y de la literatura de principios de siglo, su fuente natural de estudio, se ha colado en el texto, y las páginas están irresistiblemente contagiadas de un solapado sabor 1900, habitadas como están de "diatribas y denuestos", "incidentes curiosos"; "oradores impenitentes"; "mofas antimilitaristas"; "tropas desarrapadas"; "golpes palaciegos"; "ejercicios lapidarios"; "solemnes honras fúnebres" y "francachelas y trasnochos." Los tìtulos de los capítulos, a su vez, son como la alegoría escrita de un acto cultural, las artes sucediéndose unas a otras en guirnalda, edilicia y urbanismo, monumentos escultóricos, pintura, dibujo, los museos, las diversiones, las publicaciones, las curiosidades. Una Apoteosis del Centenario, en el Bicentenario …Pero eso suele ocurrirnos a todos los que estamos habituados a andar rastreando con la lupa por entre las páginas de El Cojo Ilustrado.
La magnífica obra que hoy se presenta es sin duda un espejo contra el cual podernos recortar con aún mayor claridad este aspecto de la realidad que estamos viviendo. Leemos en él y vemos cuánto desconocemos aún de la historia de nuestras ciudades desde 1911; leemos en él y sentimos cuánto hemos olvidado el papel del arte que debe tener el arte en la vida urbana y ciudadana. Leemos en él y es inmediato volverse a preguntar cuál debe ser el significado de los monumentos en la ciudad contemporánea. Cuánto se han olvidado las formas. Cuánto se ha perdido en civilidad, cúanto en riqueza social.
Y finalmente, lo más importante: leemos en él y descubrimos datos inesperados sobre personajes y obras conocidas - el pasaje de la India del Paraìso es mi favorito-, o aún mejor: se nos develan personajes de los cuales nunca habíamos oído hablar. Aprendemos de nuevos localismos y de su influencia en las artes plásticas venezolanas (¡la Francia bretona!); nos aficionamos al gusto del autor por las pesquisas detectivescas sobre atribuciones y autorías. A mí personalmente me intriga saber más de las habilidades decorativas de nuestros pintores -de las que solo conocía el caso de Arturo Michelena-; de los concursos para monumentos urbanos en los que no participaron arquitectos sino escultores (y por tanto no figuran en los anales de la historiografía arquitectónica); de la vida y milagros de algunos arquitectos que fueron becados por la Academia de Bellas Artes y de las que solo nos enteramos porque aquí se nombran; de ciertas esculturas desconocidas y de oscuros pintores de una sola obra.
Roldàn Esteva-Grillet, "Las Artes Plásticas Venezolanas en el Centenario de la Independencia 1910-1911". Academia Nacional de la Historia, colección Libro Breve 247. Caracas, 2011.
De manera pues que, hoy, 30 de enero de 2011, "habiéndonos adjudicado el tiempo la dicha de ver cumplirse" el segundo año de la celebración del Bicentenario de la vida nacional, yo los invito a disfrutar de los fuegos de artificio y de las iluminaciones que sobre las fachadas mustias de nuestras efemérides patrias ha desplegado Roldán Esteva-Grillet, con gran arte y con un sentido sumamente monumental de la ocasión."
Cordialmente,
señora Gómez
(Presentación del libro de Roldán Esteva-Grillet Las Artes Plásticas Venezolanas en el Centenario de la Independencia 1910-1911. Librería Khalatos. Caracas, 30 de enero de 2011).
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Dear don Arístides,
"Good morning. It is a pleasure to greet you on the occasion of responding to the honor that made me professor Roldán Esteva-Grillet to present his new book Las Artes Plásticas Venezolanas en el Centenario de la Independencia 1910-1911, published by the Academia Nacional de la Historia in its collection Libro Breve.
It happens that a few months ago, in early September 2010, I was in Mexico City, where I was invited to participate in an international conference of modern architecture. There I happened to coincide with the preparations that were being made in the city for the Bicentennial of Mexican Independence, celebrated each year on the anniversary of the Grito de Dolores on September 16.
From the window I had at the Grand Hotel de México, which looks directly onto the magnificent Plaza del Zócalo, I could follow for a week, day after day and night after night, how dozens of employees from the city`s Town Hall were putting up, with the same constructive passion of a large architectural project, a gigantic and ephemeral fictional monumental facade that was superimposed on the stone facades of the buildings in the square, made of iron scaffolding lights, colored bulbs and bright metallic papers. Gradually, the Palacio de la Gobernación and the Palacio Nacional were covered with flowers, arches, columns, signs and inscriptions. Finally, a great feathered serpent began to be mounted on the western facade, and it was the turn of my own balcony overlooking the plaza to be hidden behind the decoration.
"What an unusual commemorative display!", I said to myself, while cranes came incessantly up and down behind my window. Then I would enjoy -when already in Caracas- in CNN, of theamazing parade that the Mexicans held in the Paseo de la República... It was then that I realized that these conmemorative excesses were not what impressed me so much, but by contrast, the physical and intellectual poverty of our own 2010-2011 commemorations here inVenezuela. Absence of reflection and overview, lack of an artistic program in the cities, lack of understanding of the dimension of the date, and, ultimately, waste of the Bicentennial in order to revive through the arts the ideals which inspired the birth the country... (Of course, I shall refrain here, in respect of you and of Professor Esteva-Grillet, our great specialist in ephemeral architecture, not to even mention the eyesores with which these holidays are being celebrated).
Thus, the summary made by the author of the artistic projects commissioned for the Centennial of Independence 1910-1911 is, before anything else, very timely. The first thing I felt after reading it is similar to what I experienced in 1983 when Professor Leszek Zawisza published in the editions of the Presidency of the Republic his book "Arquitectura y obras públicas en Venezuela. Siglo XIX". That is: to taste a fundamental book, concise, clear, documented, reliable, but also exquisite and delicious, and which, however, is presented in the simplest, if not most austere of ways. Therefore, before my time expires today, I would like to ask the Almighty that both that almost disappeared book as this that sees the light for the first time, without no further delay, have reprints that acknowleg their importance, and where texts, works of art, drawings, maps, postcards and vintage photos appear, as they deserve, in all the glory of their visual splendor.
Because this condensed book "Las Artes Plásticas Venezolanas en el Centenario de la Independencia 1910-1911", is nothing other than our "Book of the Bicentennial." A concise slap inflicted in the face of oblivion, making us miss a Bicentennial National Board that could have been organized -as in the times of Gomez (and not-Ay-in those of Guzman Blanco) or as in the best times of the Metro de Caracas or of the Parque Vargas, well-credited and properly represented, that would had planned in a serious and responsible way, through competitions and juries, a Program of the Bicentennial of Independence as it should be, with the commissioning of monuments and works of commemorative art, exhibitions, new institutions, international conferences, publishing of books and heritage restorations.
I can even picture it: richly bound in burgundy, landscape format, huge, luxuriously printed, an art book as those publications from the Centennial of the Independence. In it we see already some of the talk and literature from the beginning of the century, its natural source of study, and how its pages are irresistibly influenced and haunted by "diatribes and insults", "curious incidents" "unrepentant speakers", "antiwar mockery, ""ragged troops", "palace coups", "lapidary exercises", "solemn funerals" and "debauchery and sleeplessness" ... But that usually happens to those of us used to go tracking with the magnifying glass over the pages of El Cojo Ilustrado.
The book that is being presented today is indeed a mirror against which we can cut out this aspect of the reality in which we live with even more clarity. We read it and we see how much we still don´t know about the history of our cities since 1911; we read it and we feel how much we have forgotten about the role art should play in urban and citizen life. We read it and we immediately ask ourselves again what must be the meaning of monuments in the contemporary city. How much forms have been forgotten. How much has been lost in civility, how much in social wealth.
And finally, the most important thing: we read in it and we discover unexpected data about well-known characters, or even better: some characters we had never heard of are revealed to us. We learn about new idioms and their influence on the local visual arts, and we become fans of the author's taste for detective inquiries on authors, attributions and authorships. I personally am intrigued to know more about the decorative skills of our painters -of which I only knew the case of Arturo Michelena-; about competitions for urban monuments in which architects did not participate but sculptors (and therefore were not included in the annals of architectural historiography); about the life and works of some architects who were awarded grants by the Academia de Bellas Artes and of which we only know because they are mentioned here; about some unknown sculptures and obscure painters of a single work.
So, today, January 30 2011, "having time allocated us the happiness of witnessing" the second year of the celebration of the Bicentennial of national life, I invite you to enjoy the fireworks and the illuminations that on the withered facades of our patriotic anniversaries has displayed Roldán Esteva-Grillet, with great art and with a very monumental sense of the occassion."
Cordially yours,
señora Gómez
(Presentation of the book by Roldán Esteva-Grillet Las Artes Plásticas Venezolanas en el Centenario de la Independencia 1910-1911. Librería Khalatos. Caracas, January 30, 2011)