(f. 'Balcone sul mare", Rapallo. Octubre, 2009. Alittam.com).
“Pero, ¿quién soy yo para negar una leyenda?"El libro de las ciudades, Guillermo Cabrera Infante.
Sentada en su mecedora de la calle Neverí, la dama recordaba. "Tocaba divinamente el piano", decía. "Pero aún mejor, el cémbalo-pianoforte". La melodía de una sonata barroca empezó a colarse suavemente por entre el delgado cañón de Colinas de Bello Monte. "Ferdinando Gasparo Turrini", reconoció. "Un paisano suyo de Brescia. Organista y compositor. Sus sonatas le apasionaban. En especial la IV en G Menor para clavicordio".
Volviéndose hacia arriba, tras las rejas del porche de su casa, dirigió una mirada a la Villa Monzeglio, aún colgando pasmosamente de la colina de enfrente. "Nadie sabe que ése no fue su único belvedere. Ni aquí, ni en Italia." La belmontina dama bebió un sorbo de su camomilla y continuó: "El era un Montini. Un primo del Papa. Del mismísimo Paulo VI, cuyo nombre de pila era en verdad Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini. Ambos lombardos, de la ciudad de Concesio. De allí su educación artística, y su espíritu de alto vuelo..."
Y vaya que tenía vuelo, don Arístides. El volado de la villa caraqueña opaca ampliamente al de la célebre Villa Crespi, de Davide Pacanowski, construida en su respectivo farallón -o, mejor dicho, faraglione-, en Posillipo, por esos mismos años.
"Vuelo, sí, que le hacía repetir en su arquitectura una y otra vez el mismo y fantástico sueño: lanzadas hacia el borde del abismo, en el extremo límite de sus formas, todas sus estructuras las calculaba para sostener en el espacio... el peso monumental de un pianoforte!" Las repasé vertiginosamente en un instante: la Villa Monzeglio y la Quinta Mi trío en las colinas, el edificio Trevi en Chacao, el Nicare y el Aricagua en Los Palos Grandes: los balcones en cantilever más osados de la Caracas moderna... trocados ahora en los oníricos pedestales flotantes de un instrumento musical!
"Hasta que un día", dijo algo ensombrecida, "decidió volver a Italia. Allí, en alguna desconocida y agreste costiera, construyó su última arquitectura. Y repitió sobre las rocas, anónimo y magistral, el sueño inaudito de Colinas de Bello Monte que le trajera la gloria, pero esta vez arrojándolo sobre el mar Mediterráneo. Tocando el pianoforte, al borde de su balcone sul mare, terminó sus días el gran Nigra Montini".
Cordialmente,
Vista desde el balcón.
Seating on her Neverí Street rocking-chair, the lady remembered. "He played the piano divinely", she said. "But even better, the cembalo-pianoforte". The melody of a baroque sonata began to sound softly in the narrow cannon between of Colinas de Bello Monte. "Ferdinando Gasparo Turrini", she recognized. "Organist and composer, from Brescia. He was passionate about by his sonatas. Specially about the IV, in G Minor for hapsichord".
Looking up through the ironworks of her house's porch, she gave a glance to Villa Monzeglio, still astonishingly hanging from the hill in front. "Nobody knows that that wasn't his only belvedere. Neither here, nor in Italy." The belmontine dame sipped a bit of her camomilla and went on: "He was a Montini. A Pope's cousin. Cousin of Paulo VI, whose real name was Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini. They were both Lombardians, coming from the city of Concesio. Therefore his artistic education, and his flight-elevated spirit..."
Highly elevated! And high it was, don Arístides. The cantilever of the Caraquenian villa widely dulls that of Davide Pacanowki's internationally famous Villa Crespi, built on its respective cliff -or, better, faraglione-, in Posillipo, by the same years.
"A flight, yes, that made him repeat in his architecture the same and fantastic dream over and over again: thrown into the edge of the abyss, at the extreme limit of their forms, he calculated all his structures in order to bear in space... the monumental weight of a pianoforte!" I reviewed them vertiginously in an instant: Villa Monzeglio and the Quinta Mi trío on the hills, the Trevi building in Chacao, the Nicare and the Aricagua buildings in Los Palos Grandes: the boldest cantilevered balconies in all of Modern Caracas... now turned into oneiric floating pedestals of a musical instrument!
"Until one day," she said somewhat saddened, "he decided to return to Italy. There, on some unknown and wild costiera, he built his last architecture. And he repeated over the rocks, anonymously and masterly, the outrageous dream from Colinas de Bello Monte that brought him his glory, but this time throwing it over the Mediterranean sea. Playing the piano, at the edge of his balcone sul mare, ended his days the great Nigra Montini".
“Pero, ¿quién soy yo para negar una leyenda?"El libro de las ciudades, Guillermo Cabrera Infante.
Apreciado don Arístides,
Sentada en su mecedora de la calle Neverí, la dama recordaba. "Tocaba divinamente el piano", decía. "Pero aún mejor, el cémbalo-pianoforte". La melodía de una sonata barroca empezó a colarse suavemente por entre el delgado cañón de Colinas de Bello Monte. "Ferdinando Gasparo Turrini", reconoció. "Un paisano suyo de Brescia. Organista y compositor. Sus sonatas le apasionaban. En especial la IV en G Menor para clavicordio".
Volviéndose hacia arriba, tras las rejas del porche de su casa, dirigió una mirada a la Villa Monzeglio, aún colgando pasmosamente de la colina de enfrente. "Nadie sabe que ése no fue su único belvedere. Ni aquí, ni en Italia." La belmontina dama bebió un sorbo de su camomilla y continuó: "El era un Montini. Un primo del Papa. Del mismísimo Paulo VI, cuyo nombre de pila era en verdad Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini. Ambos lombardos, de la ciudad de Concesio. De allí su educación artística, y su espíritu de alto vuelo..."
Y vaya que tenía vuelo, don Arístides. El volado de la villa caraqueña opaca ampliamente al de la célebre Villa Crespi, de Davide Pacanowski, construida en su respectivo farallón -o, mejor dicho, faraglione-, en Posillipo, por esos mismos años.
"Vuelo, sí, que le hacía repetir en su arquitectura una y otra vez el mismo y fantástico sueño: lanzadas hacia el borde del abismo, en el extremo límite de sus formas, todas sus estructuras las calculaba para sostener en el espacio... el peso monumental de un pianoforte!" Las repasé vertiginosamente en un instante: la Villa Monzeglio y la Quinta Mi trío en las colinas, el edificio Trevi en Chacao, el Nicare y el Aricagua en Los Palos Grandes: los balcones en cantilever más osados de la Caracas moderna... trocados ahora en los oníricos pedestales flotantes de un instrumento musical!
"Hasta que un día", dijo algo ensombrecida, "decidió volver a Italia. Allí, en alguna desconocida y agreste costiera, construyó su última arquitectura. Y repitió sobre las rocas, anónimo y magistral, el sueño inaudito de Colinas de Bello Monte que le trajera la gloria, pero esta vez arrojándolo sobre el mar Mediterráneo. Tocando el pianoforte, al borde de su balcone sul mare, terminó sus días el gran Nigra Montini".
Cordialmente,
señora Gómez
Vista desde el balcón.
Listen to La Colonna Musicale
-Ferdinando Gasparo Turrini (1745-1820). Sonata IV in G minor (Michele Barchi. "The Harpsichord in the XVIIIth century of the Most Serene Republic of Venice")
-Ferdinando Gasparo Turrini (1745-1820). Sonata IV in G minor (Michele Barchi. "The Harpsichord in the XVIIIth century of the Most Serene Republic of Venice")
“But, who am I to deny a legend?"
El libro de las ciudades, Guillermo Cabrera Infante.
El libro de las ciudades, Guillermo Cabrera Infante.
Dear don Arístides,
Seating on her Neverí Street rocking-chair, the lady remembered. "He played the piano divinely", she said. "But even better, the cembalo-pianoforte". The melody of a baroque sonata began to sound softly in the narrow cannon between of Colinas de Bello Monte. "Ferdinando Gasparo Turrini", she recognized. "Organist and composer, from Brescia. He was passionate about by his sonatas. Specially about the IV, in G Minor for hapsichord".
Looking up through the ironworks of her house's porch, she gave a glance to Villa Monzeglio, still astonishingly hanging from the hill in front. "Nobody knows that that wasn't his only belvedere. Neither here, nor in Italy." The belmontine dame sipped a bit of her camomilla and went on: "He was a Montini. A Pope's cousin. Cousin of Paulo VI, whose real name was Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini. They were both Lombardians, coming from the city of Concesio. Therefore his artistic education, and his flight-elevated spirit..."
Highly elevated! And high it was, don Arístides. The cantilever of the Caraquenian villa widely dulls that of Davide Pacanowki's internationally famous Villa Crespi, built on its respective cliff -or, better, faraglione-, in Posillipo, by the same years.
"A flight, yes, that made him repeat in his architecture the same and fantastic dream over and over again: thrown into the edge of the abyss, at the extreme limit of their forms, he calculated all his structures in order to bear in space... the monumental weight of a pianoforte!" I reviewed them vertiginously in an instant: Villa Monzeglio and the Quinta Mi trío on the hills, the Trevi building in Chacao, the Nicare and the Aricagua buildings in Los Palos Grandes: the boldest cantilevered balconies in all of Modern Caracas... now turned into oneiric floating pedestals of a musical instrument!
"Until one day," she said somewhat saddened, "he decided to return to Italy. There, on some unknown and wild costiera, he built his last architecture. And he repeated over the rocks, anonymously and masterly, the outrageous dream from Colinas de Bello Monte that brought him his glory, but this time throwing it over the Mediterranean sea. Playing the piano, at the edge of his balcone sul mare, ended his days the great Nigra Montini".
Cordially yours,
señora Gómez
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