El desván de un anticuario. Arturo Michelena (1893)

domingo, 6 de junio de 2010

El brazalete

Apreciado don Arístides:

Las baratijas también tienen su encanto. Y más aún, claro está, los Mercados de Pulgas donde éstas suelen encontrarse. He aquí el hallazgo de mi última andanza: un "encantador" brazalete vintage en bronce enchapado en oro, con nueve escudos de armas en esmalte a manera de eslabones.


Brazalete vintage, circa 1930s.

Al preguntar me dijeron que era circa 1930's, y que desconocían su proveniencia. Y que además, los escudos eran de ciudades. Aquéllo me atrapó en el acto, don Arístides, usted me conoce bien. Mas luego, observando más de cerca, resultó que los charms eran los estados de Venezuela, el escudo nacional y el emblema de Caracas, con su león rampante muy heráldico y trés bien coiffée.

Ya se imaginará el final de la historia: no he podido apretarme el cinturón, y he sucumbido. Mi nuevo flamante abalorio de apenas cuarenta dólares mide unos veinte centímetros. Su broche aún cierra perfectamente y tiene una cadenilla que le sirve de imperdible. Estoy pensando en llevarlo la próxima vez que nos reunamos en Caracas. ¡Se lo escribo antes para que no se vaya usted a escandalizar!

Cordialmente,
señora Gómez

Listen to: La Colonna Musicale
-Luis Delgado. El cinturón y el brazalete (Tanger)

Dear don Arístides:


Trinkets have also their charm. And even more, of course, the Flea Markets where they are usually found. Here is the result of my latest wanderings: a "charming" vintage bracelet in gold-plated brass, with nine enameled coats of arms acting as links.

When I asked I was told that it was circa 1930's, but that they were unaware of its provenance. And also, that the shields were city shields. This caught me on the spot, don Aristides, you know me well. But then, looking closer, the charms depicted the states of Venezuela, the national emblem and the emblem of Caracas, with its very heraldic rampant lion, trés bien coiffée.

You can imagine the end of the story: unable to tighten my belt, I succumbed. My new flamant forty-dollar bijou measures about seven inches long. Its clasp is still in perfect working order and has a chain that serves as a security pin. I am thinking of wearing it the next time we meet in Caracas. I write it to you first so you won´t be too shocked!

Cordially yours,
señora Gómez

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